lunes, noviembre 21, 2005

Franco murió hace 30 años

Cuando yo tenía 19 años, trabajaba en el Ayuntamiento de Madrid en un puesto llamado Alumno de Obras Públicas. El trabajo estaba creado para la gente que estudiaba esa carrera. Hay que decir que ni yo (que estaba estudiando delineación) ni la mayoría, éramos “Alumnos” en sí. No constábamos en ninguna parte. El Contrato era de palabra y nos pagaban 50 pesetas a la hora que incluso en aquella época era un insulto. Como no existíamos oficialmente nos pagaban cada mes como si se pinchasen ruedas de coches oficiales o se rompiesen farolas.

Entonces murió Franco y la zona fue declarada zona de silencio.

Salí del Metro de Ópera para ir al maravilloso trabajo aquel y lo primero que escuché fue silencio y al fondo de ese silencio unos cantos celestiales provenientes del Palacio de Oriente donde el cadáver del dictador era mostrado a las masas lloriqueantes. Era impresionante. Parecía que estaba uno en el mismo Cielo con los ángeles tocando sus arpas. Daba miedo. Pero más impresionante era el ambiente dentro de un sitio tan oficial como el Ayuntamiento, lleno de gente también silenciosa. ¿Cuántos de aquellos se estarían alegrando y no podían mostrarlo públicamente?. La verdad es que no era fácil reírse en ese sitio y en ese momento.

Lo bueno de ser tan joven era que podías ver la situación aquella como si fuese una película. A mi concretamente me importaba bien poco la muerte de ese señor. Tampoco recuerdo una alegría especial, aunque sí recuerdo que aquel silencio me dio una cierta esperanza, había una luz rara. Parecía el principio del fin de algo. Como que se respiraba. No sé. Han pasado treinta años, pero si recuerdo ese aire, esa luz...

Pero nadie tenía claro nada y menos yo, que la única referencia familiar de la dictadura que tuve años después de la muerte de Franco era que mi abuelo materno había sido encarcelado y apaleado por los “nacionales” por el simple hecho de apellidarse García San José. Parece que a los fascistas les parecía insultante que un “rojo” llevase ese apellido de santo. Mientras Franco vivió, nunca me lo contaron. Tal era el miedo a hablar incluso en familia.

A pesar de que los políticos nos parezcan (casi siempre con razón) unos indeseables, siempre preferiré el poder tener a un impresentable como José María Aznar de Presidente del Gobierno porque mi voto puede hacer que desaparezca.

¡Viva la Libertad!.

¡Muerte a las Dictaduras!.

3 comentarios:

scape95 dijo...

Pues tú lo has dicho, y muy bien: ¡Viva la Libertad!

Wendyqueridaluzdemivida dijo...

Yo no hace falta que lo diga, pero en mi casa se celebro por partida doble.
Bravo.

DñaGraja dijo...

No nombrarlas, las dictaduras ni nombrarlas, que yo siempre digo, que a la mínima se levantan voluntarios….no tienten porfis…

A mi me tocó llevar el mandil muy reblanco, con pañuelo haciendo juego en lo de reblanco y agitar y agitar cuando el gallego pasaba, si pasaba, que ver solo veíamos una fila de coches.

Más tarde me tocó practicar (para futuros) eso de correr delante de esos....los acorazados..no no no...los anti_disturbios...jejejejje…
por aquí, por las asturias, estábamos muy exaltados de aquella y con esa cosa de que los padres iban, pues nosotras (instituto femenino, pocos existían mixtos, por eso de no mezclar no se que cosas) aprovechábamos y a pirar las clases, correr, perder libros y después la bronca en casa.

Más tarde murió el gallego (que en esas sólo estaba debilitado y se aprovechaba la situación ya, adelantándola, que oprimidos si, pero tontos no) pues se murió y allá fuimos los españoles, entre batalla y batalla, sacando el país adelante, que por muy mal que esté, si preguntamos a los viejos...................a algunos.......que aún quedan de los otros…