Hace relativamente poco tiempo, veía y escuchaba a Rodrigo García (para quien no lo sepa integrante de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, uno de los mejores grupos de pop españoles) afirmar que ya no escucha casi nada de música ajena. Decía en la entrevista que si escuchas mucha música de otros, tienes esa cultura, pero si eres compositor, puede que pierdas tu propia identidad al tener tanta influencia por buena que ella sea. Si no lo analizas mucho el señor Rodrigo García te puede parecer un pedante de tomo y lomo, pero luego, tomando un café cortadito, lo piensas y no tienes más remedio que darle en parte la razón. Hace unos meses, divagaba yo sobre lo difícil que es el arte de la escritura en este post
Ahora me ha dado por pensar; recordando al amigo García; que lo que es casi imposible en el siglo XXI es hacer algo realmente original, ya sea escribir una novela con una trama jamás probada o componer una canción con unas notas tan extrañamente combinadas que a todo el planeta nos sonase a nuevo, a distinto, a mortalmente bello.
Algunas veces, estaría bien ser el primero que pensó; por ejemplo; filosóficamente y supo que algo en su cerebro era distinto y necesitó mostrar ese pensamiento, o ser los primeros homínidos que no sólo copularon, sino que hicieron el amor y supieron sin saberlo que acababan de hacer lo mismo que habían hecho siempre sus ancestros pero que habían sentido algo que quizás ni siquiera siglos después el primer filósofo podría explicar.
Con tanta información, ya nada ni nadie es virgen, ya todo parece estar inventado, ya no hay manera de ser dioses y crear de la nada…
Aunque a lo mejor esos dioses están escondidos…
¡Qué salgan y manden a la mierda tanta mediocridad!.