domingo, junio 21, 2015

Caligrafía inglesa

Aunque puede que esté "en la edad", no soy yo un hombre de mucha nostalgia del pasado. Aunque mi niñez fue estupenda, no suelo remitirme a ella como "cualquier tiempo pasado fue mejor".
Y eso que durante mis años de niño con "uso de razón"; pongamos desde los 8 hasta los 12; esa niñez se vio insuflada de un vendaval de autoestima, gracias a la fe que mi profesor: Don José Beldá, puso en mí.

Me solía decir con todo cariño y desde la perspectiva de la época (supongo que con toda franqueza) que sabiendo como sabía "las cuatro reglas" y escribiendo caligrafía inglesa con el estilo y la perfección con la que yo escribía, podría trabajar en lo que quisiese.

No me digáis que si tu profesor te dice eso, no te imaginas una vida futura llena de éxitos profesionales.

Hoy día, aún hago cuentas de cabeza, ante el asombro de propios y extraños y aunque mi escritura deja mucho que desear con respecto a aquella caligrafía victoriana (de la Reina Victoria y de mí mismo) y aunque no he conseguido éxitos profesionales dignos de wikipedia, soy feliz y recuerdo con una sonrisa aquellas conjeturas futuras de mi profe

Nota: En la caligrafía que acompaña esta entrada, cuento en 11 líneas "La Creación". En la página siguiente contaba yo cómo se había concebido "El Submarino Peral"... Genial...


domingo, junio 14, 2015

Deshojando margaritas en francés

Como casi cada fin de semana últimamente, nuestra madre nos sorprende con algún recuerdo de los pocos años que pasó en Francia "pendant la guerre".

Hoy nos ha cantado "su versión" de una canción francesa infantil en la que por muy infantil que sea, ya se nota que en cuestiones amorosas, parece que los franceses son bastante más imaginativos que nosotros los españoles.

Desde luego en lo que a deshojar la margarita se refiere, los españoles o españolas (porque es una canción o una costumbre, más de chicas) son nuestras vecinas más poéticas. Nuestras mujeres, un tanto "lorquianas" son más de blanco y negro, de todo o nada. No hay matices.

Mientras las niñas españolas, despojan a la pobre margarita de sus pétalos con unos simples: me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, hasta que el último pétalo o confirma o desmiente lo que internamente ya se sospechaba, las niñas francesas, casi se quedan sin pétalos a la primera ronda, pues dicen: Je t'aime, un peu, beaucoup, tendrement, passionnement, à la folie, pas du tout (Te quiero, un poco, mucho, con ternura, con pasión, con locura, nada).

En la versión materna de esta mañana tomando el desayuno, no aparece tendrement por ninguna parte y cambia passionnement por pasablement, lo que sin duda ¡es más infantil!

Sea como sea, saco dos conclusiones. 

Primera: aunque las niñas francesas sean más abiertas a los matices del amor, su canción o su rito con la margarita, tiene menos lógica que la versión española en la que al fin y al cabo, se pregunta a la margarita sin rodeos, si se es querida o no. Las francesas no preguntan, sino que van afirmando, de un modo un poco absurdo; como algunas películas de la nouvelle vague o algunos platos de la nouvelle cuisine; de qué modo se supone que quieren ellas al chico de turno.

La segunda conclusión es que uno nunca se aburre con Paquita, pues además de eso, nos ha recordado el nombre de una flor: Myosotis, que no nos sonaba de nada, ni a mi hermana ni a mí. Total, que hemos conectado los datos del móvil solo para ver que son unas florecillas, primas lejanísimas (si es que lo son) de las margaritas de antes y que también son conocidas por el nombre más popular de nomeolvides.


sábado, junio 06, 2015

Frutería francesa

Uno de los latiguillos con los que cuenta mi madre, es soltar de vez en cuando un bon jour, aunque nadie sepa francés en el sitio en el que entra, saludando de tal modo. 

Marcelo, el dueño de la frutería Kevin de José del Hierro, ha aprendido a articular un bon jour; peor pronunciado que el perfecto de mi madre; pero dicho con todo cariño hacia ella.

Ayer, entramos a comprar algo de fruta y verdura y al decir mi madre lo de bon jour, dos clientes, se volvieron sorprendidos y contestaron en perfecto francés al saludo materno.

De cuatro clientes que había en la tienda, dos éramos mi madre y yo y los otros dos eran franceses, cosa que no sabían el uno del otro hasta que mi madre saludó y allí se pusieron a charlar en francés. Yo hablo también un poco, así que me uní a la improvisada charla. 

Uno de ellos, el más joven, sencillamente alucinaba con la historia de mi madre, que no es otra que se tuvo que ir a Francia durante la Guerra Civil, que estuvo desde los 6 a los 9 años, que llegó a olvidar el español, pero que nunca ha olvidado ese remoto francés de mil novecientos treinta y tantos.

La pobre Alexandra, esposa de Marcelo, al dejar yo unos kiwis en el peso, me hizo un gesto para que viese el precio en la báscula, a lo que yo le dije: "Oye, me puedes hablar en español ¿eh?" A Alexandra le estaba encantando tanto lo de escucharnos hablar en francés ¡que no quería romper la magia!

El "daño colateral" es que por lo visto, mi pobre mami se ha pasado toda la noche pensando y hablando en francés y esta mañana, hemos ido a desayunar como quien va a Toulouse, en vez de al bar de al lado.

viernes, junio 05, 2015

Braille para videntes en un ascensor

Yo: Mira, aquí pone tres en Braille
Ella: ¿Cómo lo sabes?
Yo: Joder, porque lo estoy mirando.
Ella: ¡Eres más tonto!
Yo: Ya, eso también.

martes, junio 02, 2015

la luna llena del desierto



Oye, que me gusta a mí lo de mandar relatos de 100 palabras aquí.

Esta semana, la frase con la que debe empezar el relato, es:
"Salió, sigilosa, a estirar las piernas"

Ahí va el mío

"Salió, sigilosa, a estirar las piernas. Todos parecían dormir en el inmenso campo de refugiados. Quizás fingiendo que estaban al fin muertos, libres de la mierda de guerra que los había llevado a ella y a miles de conocidos desconocidos a ninguna parte. Miró a la cara a la luna llena del desierto, a la luna blanca del destierro y le gustó su sonrisa y con todo el dolor, el miedo, la rabia y la impotencia de su niñez rota, devolvió a su amiga luna, una sonrisa cómplice y bella, que ambas compartían solas en esta noche triste y pálida."