martes, diciembre 06, 2005
Tenis Vs. Pulso
Nunca he sido un hombre deportista (ved foto de mi perfil); pero hace muchos años solía jugar al tenis con mi hermano en la pista que aparece en la foto o en otras del mismo polideportivo municipal.
En esos años, tanto mi hermano como yo habíamos terminado nuestro Bachillerato Superior y dado que la economía familiar no nos permitió seguir estudiando una carrera, optamos por compatibilizar unos estudios de delineación (profesión que ejercemos hoy día) con la de decoración de porcelana policromada, que era el empleo que permitió que mis padres se conocieran (ambos trabajaban en sendos talleres de decoración en los años 50).
La decoración de porcelana era un oficio totalmente artesanal que todos ejercíamos en casa y que consistía básicamente en recoger en una fábrica en Carabanchel las figuras blancas, traerlas a casa y pintarlas; en algún caso con pincel; y en otros (para los detalles minúsculos) con plumilla.
Una vez pintadas utilizábamos el horno de casa para secarlas, las envolvíamos en un papel parecido al de estraza; pero más delicado (aunque en caso de emergencia también usábamos el de cualquier periódico) y las volvíamos a llevar a la fábrica para su cocido final -a miles de grados- que era el que hacía que el color traspasase el baño de cristal y como una especie de tatuaje se metiese tras esa capa brillante y transparente ya imborrable para siempre.
Era una profesión tan bella como mal pagada.
Todavía recuerdo que por ejemplo; por un angelito que representaba cualquiera de las estaciones del año nos pagaban 33 pesetas (unos 0.20 €). Luego, alucinabas cuando en El Corte Inglés veías cada figurita que tu habías pintado al increíble precio de 1.500 pesetas (9 €).
Acabamos dejando de lado el tenis porque tanto para la profesión que ejercíamos en ese momento (decoración de porcelana) como para la que luego fue la final (delineación a mano), se precisaba de un pulso excelente; pulso que se tornaba temblón tras cada partido y no había forma humana de pintar una cejita a un ojito de una figurita, no digamos una tangencia perfecta entre un arco y una línea recta.
Pasados los años, la fábrica desapareció, mi padre se jubiló, y la delineación cambió de ejercerse a mano a hacerlo con ordenador, pero siempre he recordado ese pulso después de cada partido (como para robar panderetas), ese olor de los colores mezclados con aguarrás en una paleta de cristal o ese otro olor mucho más fuerte cuando mi madre secaba en el horno las figuras ya policromadas.
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8 comentarios:
Qué bonitos recuerdos! Y qué bonitas profesiones!
Pues mira, mi novia me regaló por mi cumpleaños -allá en mayo- una raqueta de tenís y unas pelotas. Días después me vi obligado a regalarle a ella otra raqueta para poder jugar juntos. A día de hoy todavía están sin estrenar!
Vete reservando la pista ésa para Navidad.
¡Qué lástima!. He llamado para reservar pista y están todas pilladas hasta junio de 2010. Quedamos en el irlandés ese de Arturo Soria. No lleves raqueta.
Vito... Qué buen post el de hoy!... Hace años, también, un tío mío y unos amigos -todos ellos gallegos en Argentina- refundaban una vieja fábrica de porcelana a unos cuantos kilómetros de Buenos Aires. Porcelanas de Magadalena -así se llamaba por la localidad homónima- era realmente un taller artesanal, algo industrializado por los grandes hornos que tenían. Recuerdo haber pasado buena parte de un día, en oportunidad del cierre de uno de los ejercicios económicos de la empresa-, oportunidad que aproveché para ver cómo tazas, pocillos, platos y figuras se materializaban con el acabado brillante mostrando figuras que para la época eran bastante avanzados. Ahí había más de una veintena de "artistas" con buen pulso, que tanto te dibujaban un valle con un fondo de montañas, como caballos en rauda carrera sobre la taza en la ibas a tomarte un café corto.
Años más tarde regalé a amigos casados varios juegos de té y café, y algunas figuras. En casa aún tenemos un juego de ésos, con caballos salvajes; son piezas incomparables y aún vigentes. No podías haber ilustrado mejor el trabajo de tus padres.
Bella profesión, sí. Como siempre, las cosas más difíciles son las peor pagadas. En fin...
¿Y tú no conservas nada Vitore?
Si que es bonito, quizás el hacer un trabajo así compense el ser mal pagado, aunque el coraje sea grande.
Cuentas las cosas de una forma tan tierna , tan cálida, que parece que te tocan...
Esperamos impacientes...
"Ventolín"
Harry y Vitore. Si quedamos y me llevais a jugar al tenis NO tendreis pulso de ningún tipo.
Harry: dice Wendyquerida que es como Kournikova. Ahora mismo desenpolvo la raqueta
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