viernes, diciembre 28, 2007

Mi blog y yo

Blog: Oye Vito
Vito: Dime blog
B: ¿Te has dado cuenta de que ya no me lee casi nadie?
V: Sí, la verdad es que ya no entra mucha gente aquí.
B: Me da pena. Yo creo que desde que cambiaste el diseño, la gente pasa. Lo de “Vayan pasando” lo hacen pero sin pasar, o sea, pasando de mi.
V: No, si tienes razón. Pasan de ti y de paso de mí, no sé si lo captas.
B: Con la de gente que entraba antes y comentaba. De todos los países. Ahora entra algún argentino despistado o alguna mujer jaspeada con nombre de metal.
V: Que conste que no toda la culpa es mía, aunque sea yo quien te escriba.
B: ¿Ah no? Pues mía sí que no es. Lo que tú escribes yo lo muestro con elegancia. A ver si encima voy a ser yo el culpable del bajón de tus visitas.
V: No te pongas chulito hombre, que tienes razón. Pero como casi siempre pasa en la vida, no tienes la razón absoluta. A ver, analicemos como amigos qué es lo que pasa.
B: A mi modesto entender, lo que pasa es que ya no escribes cosas divertidas, ni pones dibujos, ni fotos, ni nada más que alguna canción de esas que grabas.
V: Y luego está lo de que no visito a tus colegas escritos por sus respectivas personas y cuando los visito o bien no publican desde hace meses o no me apetece contestar lo publicado.
B: Claro, cachondo, es que si no contestas ¿cómo quieres que entre luego la gente a contestar en mi?
V: Si es que me da pereza. Bueno; vamos a hacer una cosa. Yo iré escribiendo cosas en ti y oye: mientras nos guste a ambos tampoco hay tanto problema ¿no?
B: Desde luego esta conversación que hemos tenido me ha gustado. Al final está hasta bien esta manía que tienes de humanizarlo todo, Vito. De otro modo no hubiéramos hablado como personas civilizadas.
V: Ni hubiéramos conversado como medusas; ¡qué tío! Ya te advierto para que no te hagas muchas ilusiones, que no creo que esta entrada tenga más de 4 o 5 comentarios, pero como a ambos nos ha venido bien hablar, pues te la copio y pego desde Word.
B: ¿Te puedo pedir una cosa?
V: Pide por esa blogquita.
B: Anda, publica esto con letras grandotas y en color.
V: Vale, si te apetece, así lo haré.
B: Gracias, Vito.
V: De nada, blog. Gracias a ti por dejarme escribirte.

sábado, diciembre 22, 2007

74027

Soy la bolita número 74027 del Sorteo de la Lotería Nacional conocido abreviadamente por “el de Navidad”.

Menudo mareo toda la mañana dando vueltas en el bombo junto a mis 84999 bolas hermanas (según salían íbamos siendo menos; claro) igualitas que yo, con un agujero tal que si fuésemos planetas, nos atravesaría de Polo Norte a Polo Sur y nuestros continentes y mares serían los números troquelados que nos hacen distintas al resto de bolitas.

Hoy no he tocado. O sea, hoy no he sido ni el Gordo, ni ningún premio importante. Por no ser, no he sido ni pedrea. No sé si en alguna ocasión he sido un premio importante. Cuando nos crean, nos dicen que cuando seamos un premio grande, nos olvidemos de ello, pues no es mérito nuestro el salir o dejar de hacerlo, sino de las indescifrables fórmulas matemáticas que hacen que las cientos de clotoides o parábolas pluridireccionales por las que nos movemos en el bombo hagan que salgamos al aire desde el apelotonamiento de le estrechísima salida. No conviene además que nos hinchemos mucho con nuestro orgullo, pues al crecer una micra, ya nunca podríamos salir por el agujerito aunque estuviésemos solas. Nos atascaríamos con nuestro propio orgullo indebido.

Lo que si he tenido ha sido la suerte de ver, aunque un poco de lado, como mi hermanita 6381 salía premiada con el Gordo. Me he alegrado por ella, aunque apenas he cruzado en mi vida unos simples buenos días con esta bola, pero me ha gustado que saliese ella porque a los humanos les gusta llamar feos a este tipo de números. Seguro que ha salido guapísima en la tele. Ellos sí que son feos, y bastante tontos además.

Bueno; me despido, que nos van a guardar. Yo duermo entre mis hermanitas 74026 y 74028. Nos tiramos un año durmiendo. Ojalá el año que viene me toque salir y ser acariciada por la manita y ser cantado mi número por alguna niña o algún niño de San Ildefonso.

Voy a soñar que dicen: Setentaycuatromiiiilveintisieteeeee. Tresmillonessssdeurooosss…

A dormir.

Chao.

jueves, diciembre 13, 2007

Es Cato; Lógico

Aun estando en los albores superficiales de mis recién empezados estudios de psicología, dudo que aunque logre ser el psicólogo de los psicólogos, el Premio Nobel de psicología, el Sigmund Freud (pronúnciese froid) del siglo XXI, creo que ni siquiera en ese estado de absoluto conocimiento de la mente humana y sus comportamientos logre descifrar qué proceso ha hecho que un vecino del inmueble donde duermo (porque vivir, lo que se dice vivir, vivo en el trabajo o en los bares o por ahí) haya tomado la decisión de regar con heces y orín tanto la puerta de entrada al inmueble como los buzones como el suelo de mármol.

Uno podría pensar que el vecino al que le estamos inundando con nuestras miserias (por un atasco mayúsculo debido a unas obras medio ilegales realizadas por este hombrecito), miserias entre las que se encuentran: condones, compresas, trapos, vasos y hasta una corbata con su nudo y todo, ha decidido compartir esa caca comunitaria con todos los miembros de la vecindad.

Pero si así fuese, no se habría solidarizado (o sí) con los anonadados habitantes de esa casa que ayer veíamos y olíamos la escena que en sí era de zarzuela, de España profunda, pues había quien se empeñaba en dar importancia a las mierdas de cartas llenas de mierda que asomaban por los cagados buzones.

Claro que si no ha sido él (aunque es probable que si haya sido y haya disimulado)

¿Quién en su sano juicio es capaz de ir con un cubo de esos de goma blanda, recoger en casa del “sospechoso” el material a esparcir y distribuirlo con el arte y la soltura con el que ha sido dispuesto y compartido con todos, como hermanos que somos?

Habrá que psicoanalizarle; como poco.

La humanidad me agota y encima apesta (apestamos)

jueves, diciembre 06, 2007

Esta entrada no se llama nada

Necesito limpiar mi disco duro mental.

Y no me refiero a que esté todo el rato pensando en sexo, ni siquiera estoy pensando en utilizar Don Limpio que deja sus neuronas con un brillo nunca antes visto y absolutamente insuperable, sino que necesito decir esas cosas automáticas que de vez en cuando se dicen.

¿No da gusto muchas veces decir lo que no se ha pensado antes y ver la cara que pone el interlocutor de turno?

Te dicen de pequeño: “Piensa antes de hablar”. Y tú piensas: “Iros todos los profesores de esta mierda de escuela a la mierda misma”, pero vas y piensas y te vas haciendo educadito y bienhablado: “Muchas gracias. Está todo muy rico” mientras te da vueltas el estómago del asco que te ha dado el caramelo asqueroso ese de anís.

Pero claro, tampoco me apetece borrar el disco duro. Con la de carpetas que tiene con cosas tan inútiles como necesarias una vez eliminadas.

Aunque, vale, voy a borrar algunas carpetas.

Mientras; le iré dando vueltas al caso extraño del molinero de un pueblo de Segovia que echó sus granos de trigo a la muela y al ir a recoger su harina vio que lo que salía de la trampilla era aceite. Probó a echar maíz y le salió por la trampilla una ristra de chorizos de esos picantitos del Bierzo. Echó otra vez trigo y le salieron veinte conejitos cantando el Requiem de Mozart. Echó mil botones de colores y le salieron cincuenta y siete mil doscientos trece granos de trigo, cada uno con su numerito marcado a fuego. Los echó por orden y le salieron mil bollus preñaus con un choricito dentro y unas orejitas de conejo también de pan en las que ponía Aleluya. Por fin algo lógico, dijo el molinero satisfecho.