lunes, julio 31, 2006

Me quedo de vacaciones

Decidido. Me quedo de vacaciones. Es decir; no me marcho de vacaciones sino que me quedo. Lo digo por si no había quedado claro: Me quedo.

Justificaciones: tantas como se quieran o se puedan. En mi caso hay varias, pero vamos, la principal es una; a saber: no me gusta viajar solo y menos a la playa donde me repatean los niños y toda esa gente apelotonada en sus multicolores toallas; todos revueltos y haciendo casi el mismo ruido que esas focas que salen en cualquier costa Antártica en los documentales de National Geographic y a las que entrevemos justo antes de que el dios Morfeo nos acune en su seno de dulce siesta vespertina.

Además, es que el sol no me gusta mucho y cuando alguna vez he ido a la maldita playa, me pongo mi crema de protección no se cuál y luego pongo (sin querer) las manos todas llenas de crema en la arena y veo que me he dejado una rodilla sin crema (que no sé para que cojones tenemos tantas rodillas) y me doy la crema y me esparzo toda la arena de las manos en la pierna (en la otra)...

Ya no hay remedio (me digo) y cojo y me tumbo en la toalla multicolor y noto como toda la arena se me clava en mi foca-persona multicolor y ya convertido en croqueta todo rebozadito, me quito las gafas (5 dioptrías en cada ojo), elijo una referencia al azar (como un intrépido navegante) por ejemplo esa madre con esos niños tan hijoputas (con perdón para la señora) y me voy al agua.

Como está llena de algas y medusas, cojo y me voy un poco más a la derecha según se mira al mar, todavía como hombre croqueta. Logro bañarme pero nada de nadar, que mis foca-personas congéneres han decidido meterse precisamente ahora en el agua, esta vez remedando otro documental en el que se ve como unos simpáticos pingüinos saltan todos a la vez al gélido océano.

Me acojono ante una cosa transparente creyendo que es una medusa gigante, pero respiro tranquilo y doy gracias a Dios por la contaminación humana marina, pues la temible medusa, resulta ser un plástico en el que pone ‘Toallas Multicolor El Chirinwuibiri-100% cotton’.

Salgo y no encuentro a la señora, aunque si a miles de clones de la hija de la gran… que parece que se han comprado todas el puñetero bañador en el Carrefur (aparte de mi miopía; claro).

También (me digo) podía haberme fijado como referencia una esbelta muchacha, con un minitanga y en top-less y con su cabellera rubia como el trigo desafiando al viento marino, pero va a ser que: o no ha venido o no estaban grabando un anuncio de champús que por lo visto siempre los graban en invierno y por eso se les notan a las pobres modelos los pezones tan duros y puntiagudos.

A las tantas, logro ver mi toalla multicolor arrebujada. Ni rastro del móvil ni de la cartera, aunque los hijos de la gran… me han dejado las gafas para ver el vacío; la nada. Me agacho desconsolado y me vuelvo a empanar, a rebozar en la arena mientras lloro de alegría al ver que no me habían robado nada, sino que los niñitos de su madre me han dejado el móvil sin batería jugando a un juego que ni yo sabía que tenía y han hecho un castillito de arena tras cuyas almenas se encuentra custodiada (y enterrada) la cartera. Miro a la madre y a los niños con odio y me sacudo toda la playa de encima.

Me quedo de vacaciones.

martes, julio 25, 2006

el kioskero del barrio

Si algún día terminan las guerras, las hambrunas, los crímenes, los maltratos a mujeres, las desigualdades mundiales, los racismos, los fascismos, las dictaduras, las penas de muerte y cualquier cosa que hace que este mundo sea cada día un poco más horrible; él no venderá los periódicos que alborozados den todas esas noticias en primera página.

Antonio; el kioskero del barrio, quizás abrumado ante tanta barbarie, descuidó su vida de tal manera, que ha reventado literalmente, ha conseguido destrozarse y morir.

El kiosko está cerrado y las revistas que hay tras los cristales, empiezan a blanquear por el tórrido sol veraniego. Dentro de nada serán casi reliquias y las portadas y las propias revistas totalmente desvaídas e ilegibles; desaparecerán como Antonio.

Ojalá en el más allá, el bueno del kioskero del barrio venda prensa solo con noticias estupendas y no se enfade ante la aparición de colecciones y más colecciones de sus odiados fascículos semanales.

sábado, julio 15, 2006

besos de melón

Las neuronas o las combinaciones químicas o lo que sea que hace que soñemos es tan inexplicable como a veces inquietante. En mi caso y en lo que se refiere a los llamados sueños eróticos, mi cerebro parece la Conferencia Episcopal Española… ¿Qué digo la Conferencia Episcopal Española?... ¡Parece el Vaticano entero!...

Y es que no hay manera de que yo sea capaz de soñar que estoy con una mujer maravillosa a la que hago dulcemente el amor. Que como yo me digo: “Vale; como no he hecho nunca el amor, mi pobre neurona virgen no sabe editarlo en “high quality video dream 3D stereo”, pero ¡qué coño!: tampoco he volado nunca por mi mismo (en avión sí; claro) y sueño que vuelo como un pajarito de dios…”

Total; que a lo más que llego es a soñar que beso. Debe ser porque una vez quedé a comer con mi hermano y una compañera de su trabajo de entonces y la chica; que tenía veinte o veinticinco años menos que yo y que estaba como un queso y creo que estaba enamoradita con mis ingeniosas conversaciones telefónicas; aprovechó que mi hermano se largó a sus cosas, aprovechó la noche, aprovechó el alcohol y se aprovechó (un poquito) del pobre Vito que… vamos a ver, si yo no había besado en 40 años, esa noche besé y besé y besé de todas las maneras que sabía y hasta de las que no sabía y casi me puse al día o tendría que decir al año. Eso; me puse al año.

Pues así las cosas, esta noche mi Opus Dei cerebral, mi curia vaticana, mi cerebelo obispal me ha dejado tener un sueño más pastoril que erótico. La protagonista ha sido una compañera de trabajo que también está como un queso y tiene un par de melones más que aceptables…

Y de melones iba el sueño. Bucólicamente, como dos inocentes pastorcillos, como Dafnis y Cloe, nos lanzábamos un melón con peligro de caída del fruto hasta acercarnos para que no cayera. Tanta cercanía nos ha hecho darnos uno, dos, hasta tres besos con sabor a melón, nada eróticos pero desde luego sabrosos. Mi neurona monje de clausura, mi seso Ratzinger me ha despertado de inmediato. Ni tiempo me ha dado a empalmarme, ni a volar, ni a nada… ¿Para qué cojones querré yo que mi neurona jesuita sea capaz de desarrollar el sabor a beso de melón.?. Maravillas de dios bendito serán…

Estoy un poco aburridillo este fin de semana, así que se aceptan en este blog besos con sabor a melón, a mango, a guayaba, a fresa, a….

miércoles, julio 05, 2006

pelota de playa


Apareció en ese triste habitáculo que hay frente a mi casa hace unos días. Nadie sabe cómo llegó a esa especie de Guantánamo para pelotas de playa. Por las tardes, me asomaba a mi terraza y la veía pasearse acariciada por el suave viento vespertino, se movía ella sola tranquila unas veces, más nerviosa otras como intentando saltar la inmensa verja que la retenía contra su voluntad de rodar; de jugar. El destino la obligó a vivir en ese receptáculo durante unos días, como una reclusa condenada a no ir a la playa que era su principio y su fin natural; playa con la que había soñado junto a sus hermanitas, todas iguales y aún desinfladas, en su cada vez más olvidado lugar de nacimiento en cualquier pueblo de la China.

Hoy; unos jóvenes la han rescatado del encierro. Se podría decir que ha muerto torturada, pero no, por sus alegres y elegantes vuelos, a mi me ha parecido que le gustaba morir jugando con los cinco chicos que sin dejarla tocar el suelo chutaban a nuestra amiga hasta que sonriendo se ha deshinchado por completo y su alma ha ido por fin a su soñada playa….