Uno de los latiguillos con los que cuenta mi madre, es soltar de vez en cuando un bon jour, aunque nadie sepa francés en el sitio en el que entra, saludando de tal modo.
Marcelo, el dueño de la frutería Kevin de José del Hierro, ha aprendido a articular un bon jour; peor pronunciado que el perfecto de mi madre; pero dicho con todo cariño hacia ella.
Ayer, entramos a comprar algo de fruta y verdura y al decir mi madre lo de bon jour, dos clientes, se volvieron sorprendidos y contestaron en perfecto francés al saludo materno.
De cuatro clientes que había en la tienda, dos éramos mi madre y yo y los otros dos eran franceses, cosa que no sabían el uno del otro hasta que mi madre saludó y allí se pusieron a charlar en francés. Yo hablo también un poco, así que me uní a la improvisada charla.
Uno de ellos, el más joven, sencillamente alucinaba con la historia de mi madre, que no es otra que se tuvo que ir a Francia durante la Guerra Civil, que estuvo desde los 6 a los 9 años, que llegó a olvidar el español, pero que nunca ha olvidado ese remoto francés de mil novecientos treinta y tantos.
La pobre Alexandra, esposa de Marcelo, al dejar yo unos kiwis en el peso, me hizo un gesto para que viese el precio en la báscula, a lo que yo le dije: "Oye, me puedes hablar en español ¿eh?" A Alexandra le estaba encantando tanto lo de escucharnos hablar en francés ¡que no quería romper la magia!
El "daño colateral" es que por lo visto, mi pobre mami se ha pasado toda la noche pensando y hablando en francés y esta mañana, hemos ido a desayunar como quien va a Toulouse, en vez de al bar de al lado.
4 comentarios:
Que me ha gustado mucho!
Gracias Yo misma!
Te aseguro que fue un momento digno de película, todo quisqui hablando en francés!
como moláis los García... Muy fan de tu mami, ya lo sabes
Marta
Todas las madres son "únicas", Marta!
Gracias y besitos
Publicar un comentario