Mi micro relato de esta semana para la Escuela de Escritores y la Cadena Ser.
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El puñetero ojo de la cerradura proyecta un micro rayo de
luz justo encima de la asquerosa almohada del camastro de mi celda de castigo.
Me aterrorizo y todos los músculos y huesos de mi cuerpo, destrozados por
infinitas horas de tortura, se estremecen.
Desde que me echaron a este cubículo
es la primera vez que veo algo de luz.
Prefiero no verla.
La luz que entraba
por el puñetero ojo de la cerradura, se apaga de golpe y porrazo.
Algo tapa la
luz.
Abren.
Cierro los ojos muy fuerte.
Me arrastran a otra sesión de tortura.
Quiero morir.
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