sábado, octubre 20, 2007

Despertador

Aburrido de hacer zapping, se metió en la cama más temprano de lo que acostumbraba. Tenía que madrugar levantándose como un reloj a las 6:30 atendiendo la llamada del también reloj despertador que casi todos tenemos en nuestra mesilla y que a mí siempre me parece que es una vida un poco triste la de los despertadores, pues tienen que estar toda la noche “tictactictactictac” despiertos como búhos y mirando su relojito de pulsera para ver que va a la misma hora que las manillas que tienen en la nariz y que parecen no sentir ninguna pena por nosotros que plácidamente soñamos indefensos ante el inminente “¡riiiiiiiiing!” apremiante y madrugador, dándome en fin la impresión de que son un poco sádicos pues disfrutan con nuestras pintas recién despiertos y a lo mejor son un poco masoquistas también pues parece gustarles el golpetazo con el que les decimos que ya hemos oído su llamada.

Luego; cuando no estamos; creo que aprovechan para echarse un rico sueñecito mañanero.

El caso es que él, solía meterse en la cama pasadas las 12, pero esa noche estaba la tele muy tonta y decidió irse a dormir a las 11 y pico. Despertó al viejo despertador que no había fallado nunca, no como esos digitales, que en cuanto se va la luz se quedan parpadeando sus bobos 00:00 que en el argot de los despertadores en como un encefalograma plano, comprobó; como cada noche; que la manilla de las 6:30 estaba en las 6:30 y a pesar de que no tenía sueño, se quedó dormido enseguida.

El despertador no había pegado segundero en todo el día, así que se pasó toda esa noche medio dormitando y temiendo que no iba a llegar a las 6:30 ni loco. Además, por primera vez en su “tictac-vida”, pensó que había despertado miles de veces a gentes que incluso ya no estaban en este mundo…

Cavilando estas cosas, se quedó; se quedaron; dormidos 15 años seguidos.

Cuando despertaron, creyeron estar soñando, pues se encontraban en una especie de jaima bereber rodeados de telas bellísimas, de frutas frescas y dulzonamente olorosas, de zumos, de exóticas mujeres, de apuestos árabes o bereberes (que cualquiera lo sabe después de 15 años de sueño) y de camellos de pestañas negras y misteriosas los cuales (humanos y camellos)saludaban a los durmientes despertados con sonrisas sinceras y con inclinaciones de respeto y amistad. El despertador y él se miraron y se alegraron de verse en ese sitio tan raro. Cuando se dieron cuenta de que no estaban soñando ni se habían muerto, el viejo despertador le pidió que le quitase la manilla de las 6:30 para que aunque durmiesen otros 15 años y se despertasen en Manhattan, ya no volviera a sonar el “¡riiiing!” ese de todas las mañanas.

Sin embargo y como recuerdo de su vida pasada, convinieron con humanos y camellos que la hora del té moruno se instituyera en aquel remoto y desconocido oasis a las 6:30 de la tarde; por supuesto; lo que llenó de orgullo y alegría al viejo despertador que se estiró bostezando y mirando su relojito de pulsera.

4 comentarios:

maria josé dijo...

Uy dormir 15 años!! Tendría el hombre una barba de mil demonios, y el despertador me lo imagino un pelín oxidao...
Tremenda historia, Vik!
Por cierto, que tienes en otro sitio una anotación acerca de esto. (Asir, Mujeres...) Jejejeje

Mar dijo...

Precisamente el otro día me comentaban unos despertadores muy chulos. Yo me lo estoy pensando... mira aquí
Estaría genial dormir un tiempecillo sí, me conformaría con que me dejasen dormir la siesta.
Besoss

chuliMa dijo...

ohhhhh...Después de tu no saber qué escribir ha venido un cuento...bien, bien, bien...

Disfrutado está servidora a.
Besos

Tunia dijo...

Solo la primera frase me ha dado escalofrios a un gusiluz como yo¡Despertador 6.30¡Horrorrrrrr¡
Es resto presioso¡
besitos