La foto adjunta, muestra el conjunto de cubiertos de esos baratillos del IKEA que constan de seis cucharas soperas, seis tenedores y seis cuchillos, además de seis cucharitas de postre o café que no aparecen en la foto porque son pequeñas y están durmiendo o jugando por ahí.
Si se fijan ustedes bien, verán que como reza el título de este post; dos tenedores y dos cuchillos han desaparecido del cajón (aunque el cajón no aparece en la foto, lo constato) donde descansaban hasta cumplir su función gastronómica, con sus cuatro colegas de profesión, pues aunque a los humanos nos sirvan para no andar comiendo con las manos como neandertales, no es lo mismo ser una cuchara, que como su femenino nombre indica, acaricia nuestros labios y algunas veces bromea retozona con nosotros (como buena fémina) quemando con su líquido insospechadamente ígneo nuestra delicada lengua o nuestra finísima piel del paladar mientras expresamos con sorpresa: "¡¡Su puta madre, joder como quema la sopa de los cojones... uuffff, aguaaaaa...!!" a la par que la cuchara pone cara de a mí que me registren, haber soplado, yo no tengo la culpa de que seas tan ansioso...
El cuchillo, en cambio, es un tipo musculoso que lo mismo te parte por la mitad un pan, que te corta un filete de segunda, duro como la piedra, pero que sucumbe a su fuerza cuchillera a base de empeño. Como todos los brutotes, tiene sin embargo su lado sutil y dulce, pues también es capaz de hundir su controlada fuerza en un tocinillo de cielo o en un dulce de membrillo.
El más simplón de todos sin duda es el tenedor, ya tenga tres pelos o cuatro, la oquedad que aparece entre sus dientes, parece denotar una falta total de encéfalo, dándole igual pinchar un trozo de merluza, que una patata, que un trozo de naranja preparada. A él lo que le digan, no le pagan por pensar, así que seguro que la decisión de largarse del cajón, ha tenido que surgir de alguno de los cuchillos.
Quizás se han ido de casa a cortar y pinchar comidas orientales, cuyo tacto excite sus almas y les haga sentir...