jueves, febrero 22, 2007

Travis al habla


Muy buenas:

La mamá de mi sobri Lupo le ha dicho a uno de los que vive en mi casa y que da la casualidad que escribe en este blog que ponga un enlace a esta página en la que los humanos que nos quieren pueden encontrar de todo sobre nosotros. Desde adoptarnos hasta apadrinarnos, hasta ayudarnos enviando rica comida o unos cuántos euros.

Por cierto que en el enlace de gatas en adopción hay algunas que merecerían estar en la revista Playcat de lo guapas que son; todo hay que decirlo; pero como yo no tengo ni voz ni voto en esta santa casa, no creo que me traigan una.

Por lo menos espero que me compren la Playcat de marzo a ver quien viene en las páginas centrales.

Ya que estamos, aprovecho el blog de vitore que anda por ahí regando tulipanes para colgar una foto mía en la que estoy así como un galán maduro interesante por si alguna felina despistada me contacta.

Firmado: Travis

sábado, febrero 17, 2007

tulipanes neozelandeses


Dentro de mis múltiples ineptitudes en esta vida mía, se encuentra la relacionada con el cuidado de las plantas... ¡Cuidado!; dicen las plantas. ¡Cuidado que viene el ineptus plantii!. Tampoco es que se me den mal. Es que me limito a regarlas cantándoles algo de country o jazz o mi jaca galopa y corta el viento.

De Holanda me traje el no recuerdo de “Wendy-pronúnciese-Vendi” y unos bulbos de tulipán que planté con inusitada ilusión en una pequeña jardinera rectangular donde un cactus muerto yacía haciéndose el vivo y al que enterré con toda pompa y boato y cuidado de no pincharme, amen.

He regado con mimo estos días la tierra de esa jardinera rectangular hasta que el otro día vi sorprendido que aparecía por uno de los lados un huevo cocido. Lo saqué y observé que no era un huevo cocido (pues ni yo recordaba haber plantado un huevo cocido ni por muy poca experiencia campestre que yo posea, se me hubiera ocurrido plantar eso) sino que se trataba de uno de los bulbos que intentaba dar un doble salto mortal con tirabuzón y tsukahara final para darse la vuelta (entre tanta tierra) y que el tallo que crecía directamente (al revés) hacia mis antípodas (más o menos Auckland en Nueva Zelanda) saliese hacia la superficie española; madrileña para más señas topográficas y geográficas.

Desenterré los otros dos bulbos y vi que como en una exhibición de natación sincronizada, dichos bulbos holandeses imitaban a su hermanito intentando el mismo escorzo imposible.

Les he dado la vuelta y ahora sus púberes tallos están así como curvos (ved foto) y parecen tener una disfunción eréctil (tsukahara disfunction) que con unos masajes (limpiar un poco la tierra) y algo del sol español (todavía invernal) acabarán mostrándose tan erectos como una planta de bien debe mostrarse al mundo sin pudor.

Quizás con suerte un bulbo tulipanesco o los tres me regalen una flor o tres; por poco que me las merezca después del maltrato sometido por mí a los inocentes bulbos inmigrantes legales.

Si me dan aunque sea una flor; a esa primera la llamaré “Wendy-pronúnciese-Vendi”.

jueves, febrero 15, 2007

jueves, febrero 08, 2007

¿Dónde pongo el anclaje?

Anda el Alcalde de esta nuestra ciudad llamada Madrid inaugurando trocitos de carreterita M-30, tunelitos de pocos kilometritos con pequeños carrilitos. Quiere ganar las eleccioncitas del próximo mayito y para ello está obligando a las empresitas que hacemos las carreteritas a terminar las obritas prontito…

Sin embargo, las eternas prisas hacen que alguna vez nos atasquemos en problemas técnicos que como somos la hostia solemos resolver “a la española”, o sea, con dos cojones.

A mi con todas estas cosas tan problemáticas me suele dar la risa lista. La risa tonta le da a los desesperados de la vida. A mí me da la risa lista y se me ocurre ponerme en un plano con un hierro gordísimo, preguntando al viento, a toda la ingeniería nacional: ¿Dónde pongo el anclaje?. Nada, que no nos cabía ningún hierro más. Al final, hemos optado por la famosa solución “a la española” que ya he dicho en que consiste: Cortamos un IPN-600 por la mitad, dejamos al descubierto los hierros del cerco del zuncho de la losa codal y soldamos el invento para que el muro de 50cm quede anclado a la losa, con dos cojones, o sea con cuatro…

¿No entienden ustedes nada?. Yo sí. Así que me he puesto en el plano y he hecho felices a toda la oficina técnica de la Obra. He hecho mi Obra buena del día. Al cielo que voy.