sábado, marzo 05, 2011

Objetos inanimadosdos

Cuando el otro día hablaba de esos calcetines o medias que desaparecen engullidos o enrollados o volatilizados sin más, no hacía mas que hurgar en alguna conexión sináptica de esas que casi no se usan, porque de ser utilizadas, lo eran en la época en que uno es niño, en la que todo parece posible, incluido el que los juguetes se muevan solos, mucho antes de que a nadie se le ocurriera filmar ese hecho en diversas Toy Storys.

Pero he aquí lo que hace unos cuantos días aconteció en la mesilla, sita junto a mi cama, pues de estar situada en la cocina, no sería una mesilla, sino otro enser, y que tiene que ver con extraños sucesos relacionados con objetos inanimados.

Resulta que en esa mesilla hay un despertador, que jubilado por las nuevas tecnologías (la alarma del móvil), dejó no solo de despertar, sino de dar la simple información de qué hora es, cuando se despierta uno y mira y ve que son las 5 menos 20 y encantado se da la vuelta y se queda uno dormidito y al que no he cambiado la pila desde hace mucho tiempo.

Hace unos cuantos días, quedé con unas amigas a desayunar y que me dieran mi regalo de cumpleaños. Solemos quedar para el cumple de cada uno de nosotros, con la particularidad de que dado que estas mujeres entran a las ocho y tenemos que hablar y desayunar y tal y pascual, pues el madrugón es de aúpa. Es un acto de amor que nos encanta hacer y que esta semana. volveremos a repetir.

La cosa (que me pierdo en disquisiciones) es que el otro día, al despertarme con el móvil, vi que el despertador, parado desde hace muchos meses, estaba funcionando y además a la hora que era. Le miré, me miró, me guiñó un ojo (o un agujo) y se paró, supongo que hasta la noche siguiente y la otra y la otra en la que se pondrá a funcionar tan feliz y parará un poco antes de mi despertar con la alarma del móvil y cuando vea que duermo, conectará una especie de bluetooth y se pondrá en hora, tan campante.