viernes, febrero 12, 2010

Día de los Enamorados

Antes de que los grandes almacenes y los dueños de casas rurales convertidas ipso facto en románticas estos días. Antes de que existiese casi San Valentín (el día, no el santo), me llegó un día 14 de febrero de hace novecientos años mi mujer y me dijo: Me he enamorado de otro hombre; te dejo.

¡Te dejo! ...Me quedé perplejo ¿otro hombre? pensé entristecido, herido en mi honor y amor verdadero.

Al rato (5 minutos) recapacité y me alegré de que se hubiese enamorado de otro hombre y no de un caballo o de una sopera. Al fin y al cabo y aunque las comparaciones son odiosas, tengo menos atributos sexuales que un caballo, pero más conversación que dicho corcel y que decir tiene, que la de una sopera, que no solo no habla, sino que parece todo el rato asombrada de que los fideos se paseen nadando de un lado a otro como angulas de mentira, de mucha más mentira que las gulas, que aun mentirosas, parecen verdaderas.

Ni que decir tiene que tengo más atributos (sexuales) que las angulas tipo fideo de la sopera, pero eso no viene al caso ahora, o nunca.

Yo le dije: Desde luego cariño, mira que eres oportuna ¿cómo se te ocurre dejarme en la nada, qué digo en la nada, en la hondonada un 14 de febrero? Menos mal que todavía no se ha inventado la parafernalia consumista enamoradizica, porque si no, como yo te quiero (y siempre te querré), te hubiera comprado un caballo con unos atributos (sexuales) tipo el de Espartero... ¿el torero? ¡qué torero! el valiente general (*) portando una sopera llena de angulas de mentirijilla en forma de fideo cabellín (no caballín) y hubiéramos hecho el amor sobre la sopera, ante la actitud atónita del caballo de Espartero y sus cojones.

Así que estés donde estés y con quien estés (si es que estás), cielo, feliz día de San Valentín. El caso es que por si vuelves y como todos los años, te he comprado un corcel con un atributo (sopero) tan gracioso, que la sopera que le he puesto encima, ha derramado las gulas hechas fideos al asomarse a verlo y ha cerrado su bocota anonadada como diciendo: esta boca es mía.

(*) De la Zarzuela La Gran Vía:


Elíseo. Un poquito más abajo,
según dijo un caballero,
se verá dentro de poco
el retrato de Espartero.

Todos. ¿El torero?

Elíseo. ¡Qué torero!
El valiente general,
el patriota de vergüenza,
el constante liberal.